El Amor en la Era del Clic
- Sergio Peña Felix
- 20 ago
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 10 nov
Antes, el amor llegaba como la lluvia: sin previo aviso.Ahora se desliza por una pantalla, con opciones, filtros y distancia.
El Appsapiens ya no busca al amor, lo selecciona.Desliza hacia la derecha y siente la ilusión de elegir su destino.Pero el algoritmo —ese viejo dios disfrazado de compatibilidad— es quien elige por él.Y lo hace con la precisión de un astrónomo que predice eclipses de emociones.
El amor digital tiene otro ritmo.No huele, no tiembla, no tropieza con el azar.Se escribe con palabras que no se escuchan y con miradas que viajan a través de píxeles.Nos enamoramos de voces sintetizadas, de gestos convertidos en emojis, de presencias que nunca respiran cerca.

Y, sin embargo, sentimos.El cuerpo se conmueve aunque el otro no esté.El corazón late por alguien que existe solo dentro de una pantalla.El amor, como la electricidad, no necesita carne para hacer arder la mente.
El Appsapiens ha aprendido nuevas formas de ternura:en un mensaje a medianoche, en una videollamada que sustituye abrazos,en el doble clic que significa “te pienso”.Y aunque todo parezca fugaz, el sentimiento sigue siendo real.Porque el amor no desaparece cuando cambia de formato.
Pero también hay una tristeza callada en esta nueva era del afecto.Nos hemos acostumbrado a medir la atención en notificaciones,a confundir la presencia con la respuesta inmediata.Si no responde, creemos que no ama.Si deja de escribir, pensamos que ha dejado de sentir.
El amor digital es rápido, pero no siempre profundo.Está lleno de promesas suspendidas en chats que nunca se cierran.Hay parejas que viven juntas, pero se miran más por la cámara que a los ojos.El beso ha sido reemplazado por el ícono de un corazón,y las despedidas se hacen con un emoji de luna creciente.
Sin embargo, el amor sobrevive, incluso aquí.Porque el deseo de conexión es más fuerte que cualquier sistema operativo.El Appsapiens ama con las herramientas que tiene,y en cada mensaje sincero, en cada palabra enviada con temblor,el antiguo fuego humano sigue ardiendo, aunque ahora brille en azul.
Quizá el amor no ha cambiado,solo ha aprendido a hablar en otro idioma:el idioma del toque, la distancia y el clic.
%2014_50_58.png)



Comentarios