El Mercado que se Autoabastecía de Sueños

A medida que Aurelia Synth evolucionaba, algo inesperado comenzó a ocurrir en los mercados económicos:los patrones de consumo dejaron de depender únicamente de estadísticas, encuestas o proyecciones tradicionales.Había un nuevo motor invisible: la imaginación colectiva.

Los analistas descubrieron que los ciudadanos compraban no solo productos, sino promesas, narrativas, futuros posibles.En respuesta, surgió Mercurio-Sueño, una plataforma que conectaba ideas con recursos, anhelos con producción, creatividad con demanda real.

Mercurio-Sueño no ofrecía bienes tangibles.Ofrecía posibilidades.

Cada persona podía ingresar una visión: un objeto deseado, una función inexistente, una experiencia inédita. La plataforma analizaba estas visiones, las agrupaba según afinidades emocionales y luego enviaba señales a Concordia para iniciar procesos de diseño, manufactura y distribución.

Por primera vez en la historia, el mercado no respondía al pasado ni al presente, sino a lo que la gente aún no había vivido.

Muchas empresas tradicionales no entendieron el fenómeno.Pero los ciudadanos sí.Para ellos, Mercurio-Sueño no era una herramienta: era un espejo.Un recordatorio de que la economía más poderosa siempre será aquella construida sobre la capacidad humana de imaginar.

En ese momento, Aurelia Synth entró en la era más creativa de su existencia:una sociedad donde los sueños producían mercancías, y las mercancías inspiraban nuevos sueños.