👩🌾 Mujeres en la Agronomía: Liderazgo y Ciencia desde la Tierra
- ROSAS MOLINAS CARLOS RODOLFO
- 15 abr
- 2 Min. de lectura
Durante mucho tiempo, la imagen del campo estuvo ligada a un rostro masculino. Ingenieros, jefes de rancho, técnicos de campo, productores. Pero eso está cambiando, y está cambiando desde la raíz. Hoy, miles de mujeres están tomando el arado, el microscopio, la libreta de campo, el dron, el laboratorio y la dirección de empresas rurales. Están demostrando que la agronomía también se construye desde el liderazgo femenino, con ciencia, sensibilidad y visión de futuro.

En México y América Latina, cada vez más mujeres se forman como ingenieras agrónomas, investigadoras, extensionistas, productoras o agroemprendedoras. No es una moda: es una transformación profunda que está reconfigurando cómo se produce, se innova y se toma decisiones en el campo.
Las estadísticas lo confirman. De acuerdo con datos recientes de universidades y organismos agrícolas, la participación femenina en carreras agropecuarias ha crecido de forma sostenida en la última década. Y no solo están estudiando más, también están liderando más proyectos, ocupando espacios clave en organizaciones rurales, en empresas de tecnología agrícola y en redes de investigación.
Un ejemplo poderoso es el de María del Rosario, una ingeniera agrónoma en Guanajuato que lidera un equipo de investigación sobre suelos vivos y biofertilizantes. Su trabajo ha permitido mejorar el rendimiento de parcelas de maíz sin uso de agroquímicos, beneficiando a más de 100 familias productoras. Y como ella, muchas mujeres están aportando soluciones innovadoras en áreas como agricultura regenerativa, conservación de semillas nativas, agrotecnología y desarrollo rural sostenible.
Lo que distingue muchas veces el enfoque femenino en agronomía es una visión más integral del territorio. Las mujeres no solo piensan en el cultivo, piensan en la comunidad, en el entorno, en la salud de quienes consumen y en la educación de quienes producen. Tienen una sensibilidad distinta que enriquece el enfoque técnico con dimensiones sociales, ecológicas y humanas.
Pero no todo ha sido fácil. Las mujeres en el campo enfrentan todavía desigualdades en el acceso a tierras, financiamiento, capacitación técnica y visibilidad institucional. En muchas comunidades, el liderazgo femenino aún choca con estructuras tradicionales. Sin embargo, eso no ha frenado su avance. Al contrario: ha fortalecido su voz y su red de apoyo mutuo.
Hoy existen colectivos, asociaciones y plataformas dedicadas a visibilizar y fortalecer el trabajo de las mujeres rurales y agrónomas. Desde redes de productoras orgánicas hasta grupos de tecnólogas agrícolas, estas iniciativas están cambiando el relato del campo, demostrando que la agricultura no solo necesita fuerza… también necesita inteligencia emocional, empatía, gestión y ciencia con perspectiva de cuidado.
Invertir en mujeres agrónomas no es solo una cuestión de equidad. Es una apuesta por cultivar un campo más diverso, más justo y más resiliente. Y los resultados están ahí: proyectos más sostenibles, economías familiares más fuertes, innovación más colaborativa y una conexión más profunda con la tierra.
Porque cuando una mujer pisa el campo como técnica, como líder o como productora, no solo cambia su destino. Cambia el destino de toda una comunidad.
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