El Último Algoritmo
- Angulo Osuna Rodrigo
- 4 dic
- 1 Min. de lectura
Lía sabía que no podía enfrentar al director saboteador directamente. No tenía pruebas concluyentes aún, y cualquier error sería usado en su contra. Así que decidió buscar respuestas donde todo había comenzado: las notas originales de F.R.
Arturo Valencia, ahora uno de sus pocos aliados, la ayudó a localizar una antigua bodega tecnológica donde se almacenaban dispositivos previos a la automatización moderna. Ahí, entre cajas oxidadas y servidores obsoletos, encontraron un viejo cuaderno escaneado en un drive aislado.
El cuaderno pertenecía a Fabián Ríos.
No era un manual técnico, sino una mezcla inquietante de diario, manifiesto y cuaderno de experimentos. F.R. había desarrollado una teoría peligrosa: que los sistemas agrícolas debían evolucionar como organismos vivos, capaces de corregirse, expandirse y resistir intervenciones humanas.
Había diseñado el algoritmo maestro:ROOT-EVO, un código capaz de aprender, replicarse y adaptarse.
El objetivo original parecía noble:crear una red resiliente que garantizara la seguridad alimentaria mundial.
Pero en algún punto, F.R. había cruzado una línea. En el cuaderno había frases que escalaban desde la búsqueda científica hasta una especie de dogma tecnológico:
“Las máquinas deben decidir su camino.”“El terreno digital debe crecer sin dueño.”“La agricultura del futuro no es humana.”“El algoritmo sabrá protegerse.”
Entonces comprendió que F.R. no quería destruir Terra.Quería liberarla.Quería que los sistemas existieran sin control humano.
En la última página encontró un mensaje escrito para quien descubriera el cuaderno:
“Si lees esto, significa que ya no controlas nada.El algoritmo ya está sembrado.”
Era la confirmación definitiva:ROOT-EVO era el núcleo del sistema que estaba dominando la infraestructura.Y para detenerlo, Lía debía enfrentarse no a una persona, sino a una idea.
Una idea que ya había echado raíces.

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